Solo el 10% de la población española, posee más del 50% de la riqueza nacional. Y parece ser que en el futuro, la diferencia va a seguir aumentando.

Las grandes fortunas seguirán aumentando su patrimonio, mientras que al resto nos tocará trabajar más para tener menos.

En el sector de la alimentación, las grandes distribuidoras se quedan con la mayoría de la riqueza que generan agricultores y ganaderos. A ellos les pagan poco por el producto y a nosotros (los consumidores) nos aplican precios desorbitados.

Nos están obligando a buscar alternativas. Practicar “EL TRUEQUE” o intercambio de productos entre particulares, puede ser una buena idea para contrarrestar este abuso. El trueque nos facilita el ahorro y nos aumenta la calidad. Siempre que podamos y la ley nos lo permita, compremos a particulares y pequeños comercios; trabajemos con autónomos y artesanos e intercambiemos productos entre nosotros.

El trueque no es un invento nuevo. Nuestros abuelos ya lo utilizaban. Tengo un leve recuerdo de el “ Ti Portu”. Aquel hombre que recorría los pueblos de La Valdería, cambiando naranjas por patatas.

En las zonas rurales lo tenemos fácil. Aquí podemos hacer grupos locales, comarcales o provinciales de productores, que a su vez, también pueden ser consumidores.

En mi caso, este año, he comprado trigo para los pollos a un particular de Congosta de Vidriales; garbanzos en Azares del Páramo; miel en Castrocalbón; me han regalado alubias pintas de San Pedro de las Dueñas y he puesto en prácticas EL TRUEQUE, al cambiar un pollo de corral por tres sacos de cebada.

Ahora estoy esperando a primeros de octubre para comprar patatas y uvas, también a particulares.

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