Quiquiris de martucón

Hoy el cielo aberrunta truena. Estamos en la cocina de humo. Mi ma acaba de comerse la prigañuela y ahora está escorrijando el pescuezo de un pedreso.

En las comidas, a mi pa le gusta arrearse unas buenas pintas de pirriaki. Después se le sube a la cholondra , le entra la modorra y tiene que amorniarse un buen cacho en la camilla.

Yo me he jalado un buen zalampierno, acompañado con acedas y berros; de postre, coscarones.

Mi pa, el año pasado limpió de humeros y calostrales, un aprestamo que le había dejado mi agüelo en la hijuela. Plantó bravos y sembró kikeres de martucón, pero estuvieron fuñando los pardales y no le nació nada.

Esta mañana estuvo allí. Se engarabitó entre unos piornos y fue trastabardillando hasta se se cayó y esmornió todo el carcañal.

Ahora está dolorido y quiere descansar una miaja mientras yo le hago un recado. Quiere que vaya anca el rapá de la ti Dora a buscar más kikeres y unos ruchos de tabardilla.

Le he dicho que voy luego, al atardecer, pero pensándolo bien, el chaval vive aqui luego, así que he decidido ir ahora luego, en cuanto acabe de comer.